top of page

Me gusta leer poesía,

Las palabras que vuelan

Las palabras que caracolean,

Las que tocan el tambor,

Las palabras-algarabía, las palabras-carambola,

Las palabras de la fiesta hasta el fin del día, hasta el fondo de la noche;

Y luego las palabras-murmullos, las que susurramos,

Las palabras que en la oscuridad rozan los muros

Para no perturbar el sueño de los niños.

Me gustan las palabras de la cólera,

Las palabras que gruñen y levantan los brazos

Puños tendidos hacia el cielo.

Me gustan las palabras nacidas del trabajo de los hombres

Y de la valentía de las mujeres.

Me gustan las palabras fuego y metal,

Las palabras inventadas por el trabajo de las mujeres

Y la valentía de los hombres.

Me gustan las palabras que se enlazan

Por encima de los ríos y de los caminos

y luego se refugian en un viejo granero

Donde el tiempo se detiene

Me gustan las palabras que se arrastran lentamente

De margarita en margarita

Recogidas como tantos besos.

Me gustan las palabras que tienen la suavidad de la piel

Y la rudeza de una voz.


Y luego cerramos el libro

Lo ponemos en un estante

Pero permanece abierto en nuestra memoria

Y a veces cuando llega la noche

Las palabras regresan, hablan con voz baja y suscitan misterios. (Traducido por María Cecilia Gómez Betancur)



Poema original en francés:


J’aime lire de la poésie,

Les mots qui s’envolent,

Les mots qui caracolent,

Ceux qui battent le tambour,

Les mots-tintamarre, les mots-carambole,

Les mots de la fête jusqu’à la fin du jour, jusqu’au bout de la nuit ;

Et puis les mots-murmures, ceux que l’on susurre,

Les mots qui dans le noir rasent les murs

Pour ne pas troubler le sommeil des enfants.

J’aime les mots de la colère,

Les mots qui grondent et soulèvent les bras

Poings tendus vers le ciel.

J’aime les mots nés du labeur des hommes

Et du courage des femmes.

J’aime les mots feu et métal,

Les mots inventés par le labeur des femmes

Et le courage des hommes.

J’aime les mots qui s’élancent

Par-dessus les fleuves et les routes

Et puis se réfugient dans un vieux grenier

Où anone le temps.

J’aime les mots qui rampent lentement

De pâquerette en pâquerette

Cueillies comme autant de baisers.

J’aime les mots qui ont la douceur de la peau

Et la rudesse d’une voix.


Et puis on referme le livre

On le met sur une étagère.

Mais il reste ouvert dans notre mémoire

Et parfois lorsque vient le soir

Les mots reviennent, parlent tout bas et font plein de mystères.

bottom of page